Cuando un pequeño comienza a interesarse por el fútbol generalmente se adoptan una serie de etapas que, determinadas por la edad del jugador, pretenden hacer que este disfrute y que se desarrolle tanto técnica como tácticamente para alcanzar su máximo nivel, estas etapas son conocidas como Iniciación, Desarrollo y Rendimiento.

La fase de iniciación suele comprender desde prebenjamín hasta infantil lo que sería desde los 5 hasta los 13 años aproximadamente, en esta etapa es en la que el jugador conoce el deporte por lo que se busca claramente es el hacerle disfrutar para causarle una buena impresión de este deporte así como para que se implique con sus compañeros evitando en la medida de lo posible la competitividad propia de los profesionales.

La fase de desarrollo abarca desde cadete hasta juvenil de segundo año lo que comprendería desde los 14 a los 17 años, en esta fase a diferencia de la anterior se hace un gran hincapié tanto en perfeccionar la técnica adquirida en la anterior fase como en implementar la táctica a estos jugadores (posicionamiento ofensivo y defensivo etc..) así como la especialización por puestos desarrollando capacidades físicas propias del puesto como la velocidad, la resistencia, la fuerza o la flexibilidad entre otros, en esta fase comienza a haber competencia tanto a nivel interno para ganarse un puesto como titular como a nivel externo en el que se empieza a aspirar a lograr victorias y trofeos.

Llegamos con esto a la última fase, la de rendimiento, esta abarca a partir de juvenil de tercer año lo que sería la etapa adulta del jugador, esta etapa es la más competitiva de las tres ya que muchos buscan lograr el sueño de ser profesionales del deporte que llevan practicando toda su vida y, que gracias a las etapas anteriores les ha permitido alcanzar un gran nivel en diversos aspectos del juego por lo tanto, para tratar de lograr esto se potenciarán todos los conocimientos adquiridos en las fases anteriores dotándolos de una gran competitividad propias de luchar por títulos o ascensos de ligas.

Un gran desempeño de los jugadores si bien tiene consecuencias positivas a nivel individual como lo son mejores contratos, nuevos equipos o patrocinios, todos ellos potenciados por los representantes de fútbol, también tiene consecuencias positivas para el equipo ya que ascender o ganar títulos genera unos ingresos que son directamente invertidos en mejorar, ya sea una mejora de las instalaciones para todas las categorías (escuelas de fútbol) lo que fomenta un aumento en el desarrollo de los jugadores como mejoras en el ámbito económico para los jugadores.